domingo, 12 de julio de 2009

Distancia



Vivo al norte de la ciudad, y después de años me atreví a llegar al sur, cruzando distancias que me parecían impensables.

Terminé Tlalpan, donde un camión casi me pega porque el chofer se quedo viendo a una prostituta, seguí derecho hasta que terminé todas las estaciones del metro, pasé seis del tren ligero, llegué a un semáforo, baje por una calle que me hizo topar con pared, y que solita me llevó a la izquierda, atravesé un circo, y llegué, pero lo peor fue el regreso salí a canal de Miramontes y seguía bajando, perdí la salida a Insurgentes y me metí al Pedregal, me perdí y le eché las luces a una patrulla para que se parara y me dijera como salir al periférico o por lo menos a una avenida que yo conociera, los patrulleros aprovecharon para bajarme 100 pesos, porque me vieron con unas copas encima pero como les dije que no eran de tránsito, y vieron que estaba lo suficientemente sobrio para defenderme, me dijeron que derecho salía; ya casi sin gasolina, le pedía  a mi carro -porque tiene vida- que me aguantara unos kilómetros más, que le prometía echarle gasolina, no sé a donde salí, la verdad, pero vi la bandera de San Jerónimo y me sentí de regreso ya sufriendo por bajar del segundo piso y llegar a una gasolineria, me sentí aliviado por superar la desesperación y me sentí un idiota por cruzar ahora toda la ciudad buscándote.

No sé si te vi, no sé si vale la pena que me siga perdiendo a propósito entregándome a la realidad y al acaso para ver si por fin te topas en mi camino, no sé si vale la pena dar vuelta en calles oscuras con la esperanza de verte sentada esperándome y yo como un caballero exhausto llegaría a rescatarte, no sé si lo que espero es demasiado fácil y por eso me es negado, no sé si vale la pena dejarme cegar y arriesgarme tanto en aras de un amor, que ya no estoy seguro poder encontrar.

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