miércoles, 4 de noviembre de 2009

El líder del año.

El presidente de México, Felipe Calderón, ofrece un discurso luego de recibir el premio Líder del Año, otorgado por la revista especializada en negocios Latin Trade, en Miami, Florida. EFE


Fue en una cena de gala, con tres secretario de ESTADO, la jefa de oficina de presidencia –la que unas voces, dicen será presidenciable-, el embajador de México en Estados Unidos, su esposa, obvio y miembros Los Pinos, todo para que el presidente Felipe Calderón recibiera el premio Líder del Año que le otorgó una revista estadounidense.

Según dicen, se lo dieron por su gran manejo ante la crisis del virus de la influenza AH1N1, por contener la epidemia y salvar al mundo del terror y del peor escenario que ni un videojuego, de guerra bacteriológica haya logrado imaginar.

Y por sobre todas las cosas, por su coraje en el combate al narcotráfico, según lo dijo Jane Bussey, “tremenda batalla” contra el narcotráfico e impulso como las reformas energética y tributaria. Habría que recordarle a Jane, que esa reforma, como se aprobó, no como él quería, está guardad en un algún escritorio y no se ha puesto en marcha para salvar el crudo de nuestro país.

A la hora de dar su esperado discurso, afirmó que México está “más fuerte que nunca”, ese fue el pie para que Ernesto Cordero, Arturo Sarukhán, Maximiliano Cortázar y Aitza Aguilar, entre otros, se pusieron de pie para aplaudir, arrastrando al resto de los comensales. Manifestó que no importa que sus ojos no lo vean, pero un día México será seguro, porque la libertad no es algo que se pueda sacrificar por la cobardía de los gobernantes.

Al justificar su estrategia contra la delincuencia, señaló que ni el tiempo, ni ese dinero, ni esas vidas humanas perdidas, con todo el dolor que nos han causado, pueden ser comparables con un país de 105 millones en su territorio y quizá otros 15 fuera, que estuviera de rodillas y con las manos atadas ante los criminales.

Acerca de la epidemia de influenza, dijo que ordenó al secretario de Salud que informara cada cuatro horas de la evolución de la enfermedad en conferencia de prensa. Aunque fue duro para México y se ahuyentó el turismo esos días, aseguró, México ganó credibilidad.

Hijole. Ni Aquiles después de las victorias en Troya, pronunció palabras tan profundas, es más ni el discurso de William Wallace en Corazón valiente, alentó tanto a los escoceses, lo triste es que es los dijo a los estadounidenses y no a los mexicanos.

Lo triste es que el premio haya sido otorgado por gente de Estados Unidos y no por los mexicanos, lo triste es que estemos sumidos en un letargo que ya se nos hizo costumbre, y la vida para los mandatarios siga siendo glamour, compromiso mediático, como la guerra contra el narco, que desató momentos de violencia que no se habían visto en nuestro país.

Creo que algo estará haciendo bien, pero no para nosotros, la pregunta es ¿para quién?

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