martes, 17 de marzo de 2009

Algo sobre Chiapas




El jueves visité Tuxtla Gutiérrez, por primera vez porque me he propuesto visitar y conocer mas de México, y bueno fue una invitación que no pude despreciar.

 

Pero al llegar a Chiapas, pese a lo que todos puedan pensar, es más que nada un encuentro del tercer tipo con todo eso que oímos pero que no nos consta y para los empíricos no es suficiente conocer de oídas.

 

Caminé en la madrugada por el zócalo de la ciudad que estaba a unas cuadras de mi hotel y me tope con una indígena chamela, que vendía cigarros sueltos, y pulseras que hacía a mano, me senté junto a ella traté de entablar una conversación, me enseñó a decir gracias en tzotzil, esa lengua mayense de los altos montes chiapanecos, le compré dos pulseras a cinco pesos cada una y regresé al hotel.

 

Al día siguiente visitamos el cañón del sumidero donde la impresión supera cualquier otro sentimiento, es impresionante llegar al punto más alto del cañon con una altura de mil metros donde cuenta la leyenda, que los indios en los tiempos de la conquista prefirieron aventarse al vacío antes de ser esclavos, en un acto que se puede definir por la frase “seguiremos siendo libres.”

 

Para el tercer día de visita, nos echamos cinco horas en la carretera, que está llena de topes para que controles la velocidad pues atraviesas varias comunidades, ves las casetas del EZLN, con algunos campesinos ahí vigilando lo que uno haga en la selva, llegamos a Toniná, donde escalamos hasta lo más alto del templo del señor murciélago, hasta que pienso que la idea de Batman es maya.

 

Pagué 20 pesos para montar a caballo de los templos hasta la entrada y el niño, que cuidaba al caballo me preguntaba sobre la ciudad, que el sabe que está muy contaminada y se congratulaba por sólo conocer Tuxtla, le dije que nada sería mejor que su hogar y creo que me compró la idea.

 

Palenque fue una visita obligada y excepcional, ver toda la inteligencia con las que está construida la ciudad, el sistema de drenaje, que aprovechaba el agua de la lluvia, cada detalle, las bisagras de la puerta y lo que se ve en Palenque representa sólo un 2% de las ruinas que están ahí cubiertas por la vegetación, pero por falta de dinero y presupuesto no se han podido rescatar esas ruinas.

 

Creo que es un Estado que guarda mucho de nuestra identidad, que muchas veces hasta los mismos lugareños tratan de renegar, y usan los estímulos del gobierno para olvidarse de sus raíces y no para defenderlas con una mayor fortaleza.

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