viernes, 27 de febrero de 2009

Atrincherado en las letras.


Mi refugio son las letras, mi bunker, mi trinchera, mi excusa, mi pretexto y mi razón, pero también son mi abrigo, mis arquitectas sensuales que construyen todo lo que mis dedos ordenan y es así como he podido pasar todos estos años lejos de lo que suceda en el mundo.

Son mi ventana, mi virtud, que aunque lo haga diario no es un vicio y si lo hago diario es porque todos los días hay algo digno de contar, digno de compartir, pero muchas veces cuando no sabemos decir las cosas o no nos atrevemos a comunicarlas se convierten en ideas perdidas, como la impotencia que sentimos al enterarnos del tráfico de personas, de caos vial originado por las obras públicas de un gobierno populachero que olvida que en esta ciudad sucedió el terremoto más fuerte de Latinoamérica y que no soporta tanto peso de construcciones, pero sigue haciendo grandes puentes, enormes edificios en lugares que se derrumbaron hace 24 años.

Las palabras deben de ser un recurso para sacar de nuestro sistema todas esas cosas que a la larga en vez de dejarnos una colitis, nos deja una “agachaditis” nos hacemos agachónes y conformistas al no expresar platicando, escribiendo, pintando, bailando, cantando, exponiendo todo lo que nos parece correcto e incorrecto.

Todo esto lo posteo porque vienen las elecciones y me está desesperando ver tanta campaña chafa, que tratan de revivir a sus personajes muertos del 2006, ensalzarse con acciones que son su responsabilidad y entre toda esa confusión entre toda esa batalla entre unos cuantos pero que nos arrastra a millones, yo regreso a mi guarida para postear y tratar de externar y de gritarle al mundo mi punto de vista que es tan importante como el discurso de un oportunista en la calle o en la vía pública.

Las palabras se las lleva el viento, y sobre todo los gritos, son tan efímeros, pero la palabra escrita está condenada a perdurar todo lo que tarde en girar el tiempo, incluso hasta disminuye la velocidad de comunicación del mensaje, invita a una comunión entre el escritor y el lector.

Así pues pese a que mi bunker de letras se vea cercado y ataquen con una guerra estruendosa no pueden atacar con la misma intensidad diario, esto termina para el 5 de julio y ya me estoy hartando.

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