En mis novelas perdí la razón y me dejé llevar por las mieles que ofrece la imaginación ilimitada, por esa chispa de palabras que al momento de ser escritas o leídas, se hacen realidad en la mente de quien las mira.
Es por eso que en mis novelas me entrenaste, me puliste, me ayudaste, te hice mia, fuimos compañeros, hubo la cercanía que jamás existió en la vida real, y ahí fue donde caí en el error, donde un paso nervioso, cayó al vacío y te imagine otra, te hice otra, es por eso que al verte con la luz del sol, me dolió más que ochenta piquetes de abeja en las manos que cavaron mi tumba.
Pero no te preocupes, volví a nacer, por aquella promesa de un ser más sabio que nosotros dos, de que el día siempre llegará después de la noche, pero ya entiendo que escribía novelas para inventarte realidades, para inventarme una vida contigo, y al usar ese gran poder en cosas tan estúpidas, decidí escribir otras.
Lo dulce se puede hacer amargo y hoy confío en que lo amargo se haga dulce, hoy te digo adiós a mi manera, y a mi forma, porque fueron mis palabras las que te inventaron y deben ser las mismas las que te manden al demonio, y está perfecto porque termina como empezó con una novela que jamás leíste y con un blog que jamás visitarás.
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3 comentarios:
Bastante llegador, sigue publicando
Aplausos
Bien... por ahí se dice que en la ficción siempre hay algo de verdad... que una novela es un suicidio aplazado. Gran entrada, finalmente regresan los prometidos posts, como debe de ser, termina lo que has iniciado. Se que esas novelas son grandiosas, vive y sufre, pero, por lo que más quieras, no dejes de vivir a través de tus textos colega que a varios se nos han hecho imprescindibles. Despido este coment con una frase para vos: "Cualquiera puede hacer historia; pero sólo un gran hombre puede escribirla". Oscar Wilde.
Saludos gran colega.
Bastante agradable el texto para la gente sentimental como yo, estoy al tanto de tus publicaciones, saludillos.
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