lunes, 14 de enero de 2008

Viaje a Brasil.


Veo pasar la luna que va pendiente del chisme del momento, siguiendo a Fernando y a Rodrigo que persiguen a una mujer por las calles de Brasil, ella es dorada como el sol, y ni porque es de noche puede controlar su brillo.


Ella siente las miradas y salta al extremo de la calle, cobijándose con los brazos pensando que puede esconder su sensualidad, trata de perderse por las calles de Río de Janeiro pero todo conspira para que sea descubierta en la esquina de enfrente.


Ellos aún impresionados por la belleza no saben que hacer, uno retrocedí, mientras que el otro da un paso adelante, cruza la avenida, y aprovechando el candor de la madrugada, le acaricia el rostro con la mirada, ella contiene el aliente, ahora se siente seducida y alcanzada en una carrera que decidió dejar de correr.

El bossa nova de su cuerpo, le inspira una sonrisa seguida de su nombre, el amigo al extremo de la calle echa porras y sonríe, pues sabe del éxito obtenido.

La madrugada dejó de ser madrugada, gracias a la sonrisa de esa mujer, que se convirtió en un amor de amores.

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